La fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, anunció que Rafael Caro Quintero fue entregado por México a las autoridades estadounidenses siguiendo instrucciones directas del presidente Donald Trump. La funcionaria compartió fotografías de la reunión que Trump sostuvo con Enrique Camarena. Él es hijo del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena, asesinado en 1985 mientras investigaba al Cártel de Guadalajara.
Bondi resaltó que Kiki fue un héroe que perdió la vida combatiendo a los cárteles de drogas. Destacó que su hijo mantiene vivo ese legado como juez en California.
“Su hijo continúa con orgullo la labor de su padre en la aplicación de la ley”, escribió Bondi en sus redes sociales, junto con imágenes de la reunión.
Caro Quintero enfrenta múltiples cargos criminales
El 27 de febrero de 2025, Caro Quintero llegó a Estados Unidos acompañado de otras 28 personas acusadas de delitos relacionados con el narcotráfico. Entre los cargos que enfrenta se encuentran: liderar una organización criminal, tráfico de cocaína, heroína, marihuana y metanfetaminas, posesión de armas de fuego, y conspiración para el secuestro, tortura y asesinato de Kiki Camarena.
Aunque el Departamento de Justicia estadounidense descartó buscar la pena de muerte, Caro Quintero, de 72 años, permanece bajo medidas de aislamiento extremo. La Fiscalía del Distrito Este de Nueva York asegura que todavía representa un riesgo para la seguridad pública, ya que mantiene contactos que podrían permitirle continuar operaciones criminales desde prisión, especialmente con la ayuda de su hermano Miguel Ángel Caro Quintero.

El crimen que marcó la historia de la DEA
En febrero de 1985, Camarena y su chofer, Alfredo Zavala, desaparecieron en pleno día en Guadalajara. Un mes después, sus cuerpos fueron encontrados con señales de tortura. Caro Quintero huyó a Costa Rica, fue detenido y extraditado a México, donde pasó 28 años en prisión. Tras ser liberado en 2013, fue nuevamente arrestado en 2022 luego de que la Suprema Corte revirtiera la decisión de un juez.
Con esta extradición, Estados Unidos busca reforzar la justicia en uno de los casos más emblemáticos del narcotráfico y cerrar un capítulo que durante décadas dejó una profunda huella en la DEA y en la relación entre ambos países.